domingo, 5 de julio de 2009

Filosofía del voto argentino

“Hay quienes dicen que el voto es la primera utopía del pecado”

La moral del argentino, al igual que la mayoría de los individuos, tiende a buscar una solución inequívoca a todas las facetas de la vida.

No obstante, esta moral se encuentra muy aferrada a la ideología del propio ser.

Pero resulta que muchas veces se produce un desencuentro entre ambas, mientras una pretende inculcar actitudes de rectitud a las acciones, la otra sólo se ocupa de obtener beneficios banales que lo alejan de la idea principal.

El ser humano desde que vive en sociedad ha buscado el beneficio propio, aún a sabiendas de estar comprometiéndose con un delito que moralmente le es inaceptable, el mismo que tratará de ocultar bajo la pesada alfombra de la aceptación y acostumbramiento popular.

El faro guía de la ética se desdibuja en la lejanía, mientras que desde las sombras aparece un nuevo pecado lleno de luz y oportunidades.

Las estructuras que presentan las sociedades, claramente anteponen sus metas y beneficios para sacar provecho de las situaciones menos pensadas y así desprenderse del entorno en el que se encuentran.

Pero, por qué hablamos de pecado. El escritor español, Fernando Savater, así lo responde:


El filósofo alemán, Friedrich Nietzsche, en su libro “El Anticristo”, hace una crítica muy elaborada acerca de cómo una ideología -en este caso la del cristianismo- puede trasformarse de su idea principal y transmutar en otra totalmente distinta.

Nietzsche asegura que fue San Pablo quien interpretó, -según su forma de ver y pensar- la palabra, enseñanzas y acciones de Jesús y las volcó en su Evangelio, pero de una forma errada, equivocada y falsa.

También dice: “No quedó otra cosa que lo que este falsificador de monedas entendió desde el odio que podía necesitar sólo él…y de esta forma creó el pecado”.

Lo que Nietzsche intenta hacernos entender, es que el odio, la bronca, el espanto y el miedo nos ponen a la defensiva, haciéndonos bajar la guardia en la frontera de la razón, porque es justamente ahí donde las manipulaciones, mentiras y egoísmos del poder crean estos pecados, que sólo nos ayudan ha interpretar erróneamente la verdadera ideología de nuestro ser nacional. Pecados que día a día se van fortaleciendo, los mismos que inconscientemente acabamos por aceptar y justificar.


Analizando las elecciones del domingo pasado, se deja ver que la filosofía del voto argentino parece haber encontrado una alternativa diferente a la que se le venia planteando y de la cual no podía salir. Pero en realidad es todo lo contrario.

Lo que ha surgido como una nueva epopeya, no es otra cosa que las viejas ideologías unipersonales de bienestar, los viejos pecados que vuelven una y otra vez convertidos en nuevos pecados.

Los nuevos pecados que traer nuevos pecadores que escribirán erróneamente las interpretaciones de la vieja elite política, en el falso testamento de la democracia nacional.

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