martes, 2 de junio de 2009

Democracia vacía

Las elecciones son el eje fundamental de la democracia donde la representación de ciudadanos e instituciones se refleja a través del voto. El sufragio también es la valoración y aceptación de un sistema electoral en el cual se asientan las bases constitucionales de un país. En cuanto a los diferentes matices que se dan dentro de este sistema, influenciados por los actores intervinientes, determinan la cohesión a favor o en contra de una u otra propuesta.

Estos actores disciernen sobre el grado de influencia que pretenden tener dentro de una comunidad determinada y lograr ser aceptados en cuanto su ideología es rescatada por parte de algunos individuos. Aunque a veces corren el riesgo de quedar enmarcados en sí mismos, porque la sociedad ya conoce sobre las improntas de las deudas contraídas hacia ella, salen igualmente a la pelea en condiciones desfavorables y poco consistentes con una total falta de códigos que ni en el “Reino del Revés” tendrían sentido.

Esto está reflejado en las elecciones legislativas que se realizarán el 28 de junio donde la influencia de los más poderosos del oficialismo, ha creado una situación que da que pensar en cuanto a la legalidad democrática de un sufragio.
En un intento desesperado por no perder la capacidad de autoritarismo recurrente, a la cual nos tienen acostumbrados ciertos personajes muy poco elocuentes, se ha realizado una maniobra casi magistral, dándole una vuelta de tuerca más a la ya muy falseada rueda de la fortuna política, las “candidaturas testimoniales”.

Con el apoyo de algunos intendentes del conurbano bonaerense y otros comensales que dieron el visto bueno a la presentación, se conllevó a la formación de la lista de candidatos, la cual no presentó ninguna sorpresa, ya que hace varios meses se venían barajando los nombres que mejor posicionados están en el ranking kirchnerista.
Así es que no solamente los candidatos pueden optar por no ocupar el puesto por el que pudieran ser elegidos, sino que seguramente no lo harán.

Por supuesto la oposición no se quedó atrás. La candidata por Unión-Pro, Gabriela Michetti, también se entregó a los brazos de una tormenta de incertidumbres, puesto que al querer diferenciarse del oficialismo nacional, irónicamente renunció a su cargo como vicejefa de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, después de sólo dos años de servicio, pero con la condición de que su jefe, Mauricio Macri, no la desligue de la cueva de las maravillas en caso de que el genio de la lámpara no le cumpla sus deseos, cosa poco probable pero no imposible.

En cuanto a la lista del Acuerdo Cívico y Social, se ha quedado con lo primero que pudo sacar de una alianza nacida de un brote de sentimentalismo barato. No teniendo nada que perder, supó encaminarse hacia una meta un poco más clara que el resto, o eso tratan de hacer parecer. Con una confianza superadora, que otras veces no les garantizó el triunfo, impugnaron listas opositoras con argumentos verídicos, pero que no tendrán efecto alguno en la justicia.

La importancia de estas elecciones radica principalmente en los efectos que se producirán en los partidos políticos y en sus carreras hacia el 2011.
Más allá de todo esto, lo único que queda claro es que el oficialismo representa sus propios intereses al igual que la oposición, a través de diferentes recursos, siempre sacando ventajas por sobre los demás sin importar los grados de participación ciudadana producto de un país cuyas páginas en blanco conforman el libro de la democracia vacía.